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miércoles, 20 de julio de 2016

40 días para el cuarto informe de gobierno del presidente Peña Nieto...


En lo que queda del verano, son apenas 40 días para el cuarto informe de gobierno del presidente Peña Nieto, habrá, en la administración, en los partidos y en las instituciones, movimientos muy importantes que marcarán mucho del escenario político futuro.
En el gobierno federal, un capítulo central serán las propuestas para el nuevo secretario de la Función Pública, el del fiscal anticorrupción y el del coordinador del Sistema Nacional, además de la formación del Consejo, que le corresponde al Congreso.
Los tres cargos, secretario, fiscal y el de coordinador, son clave para el nuevo sistema anticorrupción y deberán tener el respaldo del Senado de la República. Será un ejercicio político complejo, que deberá respetar muchos equilibrios y que tendrá que estar en la órbita de la línea que ha decidido seguir el gobierno desde el 5 de junio: asumir como propia la lucha contra la corrupción, con movimientos como el freno a los andamiajes de salida en estados con cambio de gobierno, la llegada de Enrique Ochoa al PRI con un discurso muy firme al respecto y, sobre todo, la promulgación del sistema nacional y el discurso del presidente Peña pidiendo perdón por todo el episodio de la Casa Blanca que, como dijo el propio Peña, fue una operación que no violó la ley, pero sí estuvo reñida con la ética y que golpeó la imagen presidencial.
Es verdad, como dijo Enrique Krauze, que llegó tarde, que lo mismo se podría haber hecho meses atrás con mayor resonancia pública, pero también es verdad que hacerlo en forma simultánea con la promulgación del Sistema Nacional Anticorrupción, le otorga al gesto un carácter institucional que de otra forma no hubiera tenido, por la sencilla razón de que en el nuevo marco legal, aquella operación no se hubiera podido realizar o hubieran existido elementos disuasorios suficientes como para que no se realizara.
En torno al informe presidencial, quizás antes, se esperan cambios en el equipo presidencial. Es cierto que son versiones, fundadas o no, que aparecen siempre en ciertas fechas rituales, pero el hecho es que todo indica que ahora sí la fecha coincide con la estrategia: si Peña Nieto, como pareciera, quiere retomar el control y relanzar su administración, incluso con una nueva relación con su partido y sus gobernadores, tendrá que hacer adecuaciones y sacar a buena parte de su equipo de su zona de confort, que es lo que explica, en muchas ocasiones, la falta de una respuesta adecuada a situaciones que terminan mostrando un gobierno alejado de las coyunturas y de la gente. Para obtener resultados diferentes, hay que hacer cosas distintas, con gente distinta. La llegada de Ochoa es un paso en ese sentido.
Hay otro tema que debe preocupar y, por ende, solucionar la administración federal. El conflicto Inegi-Coneval sobre la medición de la pobreza. No es algo nuevo, no estamos midiendo bien la pobreza. Y de eso hay constancia desde hace años. Si midiéramos los ingresos y la calidad de vida como está proponiendo el Inegi tendríamos una visión mucho más real, mantener la del Coneval termina englobando en la pobreza a sectores que reciben apoyos e ingresos diversos, mismos que no son medidos. Es un tema complejo, pero la nueva medición, equivalente, por ejemplo, a la que tiene Brasil u otras naciones de nuestro nivel de desarrollo, nos permitiría comprobar si se avanza en ese ámbito con las políticas sociales. El problema es que con la medición del Coneval, como está diseñada, ese avance es sencillamente imposible. Y eso se sabe desde la administración deCalderón.
En el PRD, con la llegada de Alejandra Barrales lo más importante que tienen enfrente es reconstruir estructuras partidarias que dependerán, inevitablemente, de los acuerdos internos, pero que pasan también por cambios, por ejemplo, en el liderazgo del Senado, con la salida de Miguel Barbosa, distanciado tanto de la nueva dirigencia como de Miguel Mancera o de Nueva Izquierda, lo que haría insostenible su permanencia. El punto es por quién lo reemplazan, no será sencillo.
El PAN también tiene que decidir quién será el líder de la Cámara de Diputados, una posición muy importante que asumirá el blanquiazul el 1 de septiembre: se habla deJorge Triana y de Federico Döring, con más posibilidades de este último. El PAN debe comenzar a trabajar, ya lo está haciendo, con una visión de poder estratégica. Se encontró el 5 de junio con un resultado electoral que superaba todas las expectativas y que lo colocan al frente de las encuestas para 2018. Falta mucho y sabemos lo falible que pueden ser esos ejercicios, pero saben que la oportunidad es real y depende de ellos mismos capitalizarla. Necesitan mujeres y hombres con cabeza fría y que impidan las tendencias centrífugas que pueden existir.

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